miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cuando la necesidad aprieta de verdad




Fotografías: Óscar Dacosta

Roi Palmás/Kiev

Una mañana cualquiera de la recta final del otoño en Ucrania. El centro de Kiev está alejado, se trata de un barrio obrero y humilde. Nos bajamos del coche y aparcamos en la entrada de un edificio construido a finales de los años sesenta. Nos invitan a pasar y unos nudillos golpean la puerta. Abre un varón de mediana edad, corpulento y distraído. Desde la puerta atiende a la comitiva que viene a visitarle. Al frente, la asistenta social. Tras ella, miembros de Agareso, de la Asociación Solidaridad San Roque y representantes del gobierno provincial de Kiev.

Pronto nos adentramos en el interior de la vivienda y descubrimos que en apenas 50 metros cuadrados conviven hasta 11 personas, de las que 9 son menores de edad. Juguetes por el suelo, armarios con ropa de todas las edades, un gato que duerme impasible y alfombras colgadas de las paredes como decoración. Todo ello con un entendible olor a resignación en el ambiente que contagia a cualquiera. La heroína de esta historia es Vera Vidna, una señora marcada por la crueldad de la vida y que hace frente al día a día desde su silla de ruedas. Lleva así desde el 2000, aunque no fue hasta dos años después cuando sufrió el primer infarto. Impedida de las piernas y de un brazo, soporta sobre sus hombros el peso de una casa, una familia numerosa y un hogar como tantos otros de Ucrania. Por si fuera poco, su apellido, “Vidna” significa en ucraniano “pobre”.

Vera comparte las pinceladas de su drama personal. No puede ir a rehabilitación porque “no tengo ni coche para trasladarme ni dinero para pagarla”. Cuando empezó su calvario estaba trabajando. De aquello han transcurrido ya muchos años en los que su pensión ha quedado reducida a 550 “grimmas” (unos 47 euros) con los que llegar a fin de mes con la casa llena de niños es, obviamente, una victoria diaria.

Desde que cayó postrada en su inseparable silla de ruedas (que pide a gritos ser renovada), pocas alegrías le ha dado la vida: el nacimiento de alguno de los pequeños y la ayuda de vecinos y amigos, que construyeron una pequeña rampa de acceso al edificio para que Vera pueda salir a respirar. Sigue con el tratamiento de tranquilizantes y confiesa que lo sobrelleva como puede. Eso sí, lo reducido de su casa convierte cada giro en el umbral de las puertas en una operación de riesgo, y no digamos cada visita al cuarto de baño.

Cuando la expedición de Agareso y la asociación Solidaridad San Roque partieron de Galicia, sabíamos que una silla de ruedas iría para la señora Vidna. Una vez allí, Marisol Pino, la presidenta del colectivo de Leirado, esgrimio la posibilidad de organizar una recolecta de dinero con el fin de adquirir una lavadora e instalársela en casa. Y es que Vera sigue lavando a mano para los once de la casa…

3 comentarios:

  1. Vidna non significa "pobre". Iso é é "bidna". Non sei se a señora se apelidará, Vidna (visible) ou Bidna (pobre), pero se vos dixeron que significa "pobre" entón é con B.

    A unidade monetaria son as grivnas, non grimmas.

    As alfombras ou mantas que se colgan das paredes non son para a decoración, senón para o frío. Axudan a manter o calor do cuarto.

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  2. Que historia mas conmovedora porque la verdad es que cuando yo fui niño mi familia y yo vivmos situaciones extremadamente dificiles como esas, me encantaria ayudarlos.m10m

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  3. Sin duda alguna hay gente que de verdad vive horrible, casi en la calle bajo la interperie y peor aun a nadie le importa, donde esta nuestro amor al projimo.

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